Ya no quedan


 38 segundos. Tiempo suficiente para que LeBron James lo volviera a hacer. Una vez más. Y ya van unas cuantas. Cuando más quemaba el balón, y cuando más afiliadas llegaban las críticas, LeBron resolvió como solo él sabe hacerlo.

Los Heat ganaban de 2 puntos, y tenían bola. James no dudó y resolvió. Tiro desde media distancia tras bloqueo, Kawhi Leonard llega bastante bien pero que no impide que el de Ohio, anote su punto 37 en el partido, y que culminara con la victoria de los Heat.

La canasta. La victoria. El campeonato. Todo ello tenía mucho más valor para LeBron ahora. Lo ha pasado mal. Todo el mundo lo sabe. No encontraba su juego, el que solo él sabe crear y servir al resto. El que le ha dado el MVP en Regular Season. Pero, al final, cómo solo los grandes saben hacerlo, apareció.





No fue hasta el año pasado cuando consiguió el anillo. Por momentos, LeBron conseguía "parar" las críticas, las cuales lleva soportando desde el momento en el que David Stern (Good luck Mr. Stern, te echaremos de menos) le tendía la mano tras ser seleccionado por los Cleveland Cavaliers en el Draft del 2003. Cualquier movimiento, gesto o jugada, era analizado al máximo detalle por una gran parte de aficionados que esperaban impacientes para poder atacarle.



Primer año post-anillo. Saltándonos toda la liga regular, donde LeBron conseguiría guiar a los Heat al 1er puesto del Este, y dónde sería premiado con su 4º MVP, llegaban los Playoffs. Milwaukee Bucks fue un camino fácil. No sorprendía a nadie (excepto a Brandon Jennings, pobre de él).


En 2ª ronda llegaban los Bulls. Fue uan serie dura (en todos los sentidos de la palabra). Aún así, los Heat resolvían en 5, parando así, la abalancha de críticas que llegaban desde medio mundo tras la derrota en el Game 1.


Llegarían los Pacers. Un equipo construido extrategicamente para intentar golpear en las debilidades de los Heat. La figura de Roy Hibbert se alargaba por momentos, con un duelo vs. Paul George que anticipa lo que nos espera dentro de unos años, pero que no evitaba el pase de los Heat a la final. El camino empezaba a llegar a su fin, pero aún esperaba su parte más emocionante.


Fue allí, vs. Spurs, donde LeBron no fue LeBron. Donde por primera vez en mucho tiempo, las críticas, en parte, tenían razón. El mismo LeBron lo reconocía. Era en ese momento cuando todos los aficionados que llevaban años esperando ver la mínima flaqueza de LeBron, con el simple objetivo de tener una excusa para atacarle, veían su momento de gloria.


Pero LeBron volvió. Y cómo lo hizo. Y a partir de ahí, la historia ya se conoce. Último cuarto. Victoria. Anillo. MVP de las Finales. Y sobre todo, parece que ahora sí, ya no quedan. Están agotadas. Cómo si de época de rebajas se tratase. Las críticas hacía LeBron seguirán existiendo, no lo duden, pero ya no tendrán ningún valor, ningún sentido.



























Ahora, sólo queda ver hasta dónde puede llegar. No tiene límites. Señoras y señores, tomen asiento y disfruten de LeBron James. Solo de eso. De su juego, de su forma de dominar. Olvídense de buscarle el fallo, y sólo disfruten.



“Listen, I can’t worry about what everybody says about me. I’m LeBron James, from Akron, Ohio, from the inner city. I’m not even supposed to be here. That’s enough. Every night I walk into the locker room, I see a No. 6 with James on the back. I’m blessed. So what everybody says about me off the court, don’t matter. I ain’t got no worries.”

 Palabras de LeBron James tras ser campeón de la NBA y MVP de las Finales.

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